Bautismo

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 Los Bautismos tienen lugar los 2º y 4º Sábados de mes, a las 13 horas. La preparación se realiza el miércoles anterior de 8 a 9 de la noche, en la parroquia. Deben asistir los padres y padrinos.

El bautismo es el primer sacramento, el más extendido, incluso también en otras religiones, el que más se practica en la Iglesia Católica por muy diferentes razones, y por ende también del que más se abusa.

Todos pertenecemos a muchos grupos: a una familia, a un pueblo o ciudad, a una nación, a veces a un partido político o somos fans de un equipo de fútbol o de béisbol… Es normal, por eso, que nadie se quiera quedar fuera de grandes instituciones ¡alguna ventaja tendrá! Y una de esas instituciones o religiones es la Iglesia Católica. Por eso está previsto un rito de iniciación o de introducción a la misma.

En las primeras comunidades cristianas, normalmente se bautizaban de adultos, ya que la respuesta a la fe era personal e incluso con frecuencia se daba oposición de las propias familias para incorporarse al grupo de los que pronto fueron llamados “cristianos”. Sólo más tarde empezaron a bautizarse familias completas, incluyendo a los niños. Y la lógica era perfecta: si los adultos nos incorporamos a alguna institución muy importante, que va a tener una influencia tan decisiva en nuestra vida, no podemos dejar fuera a los niños. Nosotros nos encargamos de ellos, tanto de su educación, como de su salud, de su vestido y en general de su bienestar total, sin preguntarles. Por eso bauticémosles ya desde ahora, en nombre del Señor, y nosotros nos ocuparemos de su fe como lo hacemos de todas las cosas tan importantes de su vida.

Así pues se trata de una opción personal y familiar, de una respuesta a Dios y a lo más profundo de nuestro ser. Nadie está obligado a “inscribirse” en una religión. Pero si se siente llamado a ello y Dios le concedió el don de la fe, y si descubre en su interior algo mucho más profundo de lo meramente biológico y humano, entonces uno está preparado para pedir ser aceptado, en este caso, en la Iglesia Católica, que para ello tiene previsto, por indicación de Jesús, el bautismo.

Antiguamente se preparaban los candidatos o catecúmenos o paganos para el bautismo durante toda la cuaresma, e incluso durante tres años, a base de catequesis e instrucciones, sobre todo por parte de los padrinos, a base de penitencias y oraciones y de otras prácticas. Ese era principalmente el sentido de la cuaresma, en la cual acompañaba ciertamente toda la comunidad. El bautismo era lo último, es decir: lo primero era la preparación y el ejercicio de las virtudes y alejamiento de la vida mundana, y solo cuando uno “ya era cristiano de hecho”, es decir, cuando había dado señales de quererlo de corazón y de vivirlo, es cuando era examinado o escrutado y era bautizado, generalmente en la Vigilia Pascual. Hoy el bautismo es “lo primero”, y después, si acaso, viene la instrucción. Por eso corre el peligro de convertirse en una cuestión social, sin fe.

Si uno se hace socio de un equipo, por ejemplo, del “atlético Numancia”, debe solicitar un carnet, pagar una cuota, conocer los jugadores de su equipo, y animarlo cuando juegue… Si no hace esto, será un mal socio e incluso ni será tenido en cuenta o será expulsado.

Cuando nos bautizan pasamos a formar parte del “equipo de Jesús”. Y ese es un equipo de hermanos, que vive la misma fe, que tienen el mismo reglamento que es el Evangelio, que tiene una gran tradición, costumbres y Santos ejemplares… que nos influye positivamente y que hace desaparecer en nosotros la influencia negativa de otros factores como son el pecado de los primeros padres, su rebelión y el apartarse de su creador.

Nosotros queremos ser del equipo de Jesús, incluso desde niños, con todas las consecuencias. Si solamente adquirimos el “derecho de entrada”, llamémosle Bautismo, y lo enmarcamos en un cuadro o lo guardamos en un archivo histórico, habrá que preguntarse seriamente qué hemos hecho o de qué nos sirve estar bautizados.

La magia no funciona en el bautismo, aunque a uno le echen un tobo completo de agua en la cabeza, o lo sumerjan en una gran piscina, y no hay fe, al menos de la persona que solicita el bautismo, podríamos ciertamente interrogarnos si no está teniendo lugar más bien un acto social: una costumbre, un “salir de eso”, un no querer defraudar a la abuelita (¡pobrecita ella!), evitar los problemas a la hora de entrar en algún colegio católico… Y otros muchos motivos que no tienen nada que ver con el bautismo.

Se trata pues, en primer lugar, de honestidad para con Dios, a la vez que también de honestidad para con nosotros mismos, con la comunidad y con la familia. Si creemos que el bautismo es esencialmente un acto de fe, un acto religioso, no podemos llevar puesto simplemente el vestido de las motivaciones sociales, culturales o paganas. No se trata sólo de celebrar el nacimiento de un niño, porque es más bonito y más solemne en la Iglesia Católica. Y después no ocuparnos de esa criatura, que necesita tanto apoyo en los aspectos humanos, pero igualmente en la vivencia de la fe. No podemos abandonar al niño a su suerte en ninguno de los aspectos, y tampoco en cuanto a la fe, poniéndolo en riesgo de no vivirla, por la indiferencia nuestra, o todavía peor: instigarle con nuestro ejemplo y con nuestra palabra para convertirse por ejemplo en “santero” o cualquier otra cosa totalmente contraria a nuestra fe católica.

Lo principal, como ya dijimos, es la fe, saber que somos hijos de Dios, y que por el bautismo aceptamos y comenzamos a vivir esa filiación. Si esto no se da, podemos dejar de seguir leyendo, pero no es ése naturalmente nuestro caso. Por eso digamos desde ahora que el elemento esencial del bautismo es el agua.

Agua que hoy tanto maltratamos en nuestro planeta, que es tan esencial para la vida, sin la cual no podemos vivir. Por eso se escogió el agua para iniciar nuestra vida de fe, indicándonos que nacemos a una nueva vida, a la dignidad de hijos de Dios.

Hay otros signos muy bonitos en el bautismo como, por ejemplo: la velita del bautismo que pretendemos del cirio pascual simbolizando que cada cristiano queremos ser una pequeña luz para el mundo de hoy, prendiendo y siguiendo el ejemplo y orientaciones de Cristo, que es la Luz del Mundo. Igualmente están como símbolos: el óleo de los catecúmenos, el crisma, y a veces la vestidura blanca. Todos ellos tienen su importancia, pero no tengo el propósito de alargarme aquí con sus explicaciones. Te queda el trabajo de buscar en Internet o en algún librito adecuado o asistiendo a una charla de preparación bautismal.

Finalmente, el bautismo se concluye rezando la oración de todos los hijos de Dios y con la bendición para los recién bautizados y toda la comunidad (incluyendo las famosas medallitas de bautismo y objetos religiosos similares) y a veces ofreciendo los niños a la Virgen, nuestra Madre.

Por cierto: – ¿recuerdas el día de tu nacimiento? – ¡No, pero me lo han dicho! ¿Recuerdas el día de tu bautismo? – Pues, me pillas en fuera de juego. – Ajá, ¡por algo será!

Bautismo

Texto del Padre Luis Munilla
El Bautismo

Te adjuntamos en el siguiente enlace la Ficha para solicitar el Sacramento del Bautismo

Una vez que completes la ficha nos la puedes entregar en mano, en el despacho de la Parroquia

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